domingo, diciembre 24, 2006

Navidad, dulce Navidad...


Es tiempo de felicidad - Si tus regalos son mejores que los de tu vecino. --> ORGULLO.
Es tiempo de paz - Si ningún palestino muere a manos de un israelí, o viceversa. --> IRA
Es tiempo de amor - Si ninguna se te pone a tiro en Nochevieja. --> LUJURIA.
Es tiempo de celebración - Comiendo y bebiendo hasta reventar. --> GULA.
Es tiempo de amistad y afecto - Si a tu vecino no le ha tocado la lotería. --> ENVIDIA.
Es tiempo de dedicación - Durmiendo hasta el mediodía. - PEREZA.
Es tiempo de compartir - Siempre que no nos toque el Gordo. - CODICIA.

Está claro, esta es la época en la que más se peca. Y de forma más grave, pues nos justificamos diciendo que nos lo merecemos por haber trabajado todo el año como esclavos (¿Alguien duda de que no lo seamos?) y por hacer felices a esos pequeños tiranos que estamos criando en nuestro hogares (¡Pensad que son ellos los que pagarán nuestras pensiones!...Es para suicidarse a los sesenta).

En estos tiempos de gasto desenfrenado y falsa caridad económica cabe pensar que no hay esperanza. Que este mundo no tiene solución y que nos espera una dependencia del soma de Orwell en el mundo real: El vil metal.

Ya venga Papá Noel, Santa Claus, o Los Reyes Magos, cada hogar español se va a gastar estas fiestas unos 1200 euros de media, aunque la hipoteca no se lo permita. Antes endeudado que sencillo en Navidad.

Espero que el mal llamado "Espíritu de la Navidad" (un invento Yankie) se perpetúe durante todo el año, y que se deje de llamar TONTOS a aquéllos que se afanan por ayudar a los demás, sacrificando su propia vida. Ellos sí se merecen una Navidad. Una y mil. Mil y una noches de felicidad. Se la han ganado.

Últimamente estoy más cerca del Jim Carrey de "El Grinch" que del Tim Allen de "Santa Claus 1, 2 y 3". No es que odie ser feliz. Lo que no soporto es que El Corte Inglés me obligue a serlo.
Este año no he podido comprar los regalos a tiempo por culpa de la Junta de Andalucía y su manía de pagar con retraso a los interinos. Y me siento mal, muy mal, por recibir un montón de regalos sin haber podido dar ninguno. Y no es justo.
No es justo que, después de haber pasado una nochebuena maravillosa con mi familia, me sienta así por culpa de los puñeteros regalos. Me siento como el Grinch en ese pueblucho del norte de Estados Unidos, donde todo el mundo se esmeraba en comprar regalos para todos, pero maltrataban y se burlaban de quien era diferente.
Señores Empresarios: Lo han conseguido. Me habéis fastidiado la Navidad. Algún día os la robaré yo a vosotros...