¡Burocracia! ... Su lechuguita.
Lentitud.
Lentitud.
Lentitud.
Lentitud. Demasiada lentitud.
Lentitud suficiente como para que un papel se pierda durante tres meses en este mundo de las tecnologías de la información.
En un mundo en el que diez minutos después de que suceda algo ya lo puedes ver en Youtube o en los blogs parece paradójicamente increíble que un simple papel se pierda en una oficina de tres metros cuadrados y no llegue a su destino, perjudicando al usuario, como siempre.
Pues eso es lo que me ha pasado. Cuando me dieron de alta a la fuerza sin haber hecho rehabilitación llevé el parte de alta directamente al instituto sin pasar por la inspección médica del SAS (el alta me la dio otra institución - el INSS -que me aseguró que lo comunicaría). Bien, pues ese parte se perdió y no llegó a la Delegación de Educación. Cuando por fin me llamaron para rehabilitar (después de seis meses en la lista de espera), pedí la baja para poder hacerla en Málaga (ésa es otra...este año me han mandado a Manilva - cada vez más lejos - y el año que viene lo mismo aparezco en Gibraltar...).
Todo iba muy bien (me quedaba una semana y media de tratamiento), cuando de repente me llaman de Delegación para decirme que no pueden aceptar la baja porque no tienen el alta anterior. Yo me puse un pelín nervioso (me pueden echar por incomparecencia injustificada), así que me recorrí varias veces la capital para solucionarlo. Cuando fui a la inspección del INSS (que está en un polígono a las afueras), me dijeron que, aunque ellos me habían dado el alta, no podían dar el visto bueno a la baja. Me fui al centro a la inspección del SAS. Después de rogar y de entregar casi toda la documentación médica, incluida una justificación de la fisioterapeuta con la duración de las sesiones, tras más de una hora de espera, me dicen que la inspectora me va a recibir en mi turno.
Afortunadamente, era la misma inspectora a la que había acudido casi cuatro meses atrás para revisión de la anterior baja (la del accidente), y, aunque tuve que volver a ponerla en antecedentes, se acordó de lo importante y fundamental de mi caso. Como no quieren tener gente de baja, calculó las sesiones que me quedaban y me dio ella misma el alta para el día siguiente al de la última sesión, no vaya a ser que me caiga y me vuelva a fracturar otra vez el brazo.
Después de que me autorizara la baja, me fui a Delegación a entregarla, junto con una copia del alta de octubre. Les costó aceptarla, pero al final se quedaron con ella, y regularizaron mi situación. Cuando llegó el día del alta, fui con la lección bien aprendida, y decidí retasar el viaje a Manilva para entregar el alta en persona en Delegación, no vaya a ser que se perdiese otra vez.
Esta situación me recordaba a un relato que escribió un genial poeta romántico, don Mariano José de Larra. Además de buenos versos, escribía artículos agudos e hirientes contra lo que no le gustaba (se podría decir que es un precursor de los artículos de opinión de los periódicos y de los blogs). Uno de sus artículos más conocidos trata de la Burocracia pública y privada, y de cómo los españoles nunca tienen prisa por hacer las cosas en las que intervienen papeles. Se llama Vuelva Usted Mañana y recomiendo encarecidamente su lectura, sobre todo si alguna vez habéis tenido que hacer papeleo de algún tipo.
Durante todo este proceso, yo me he sentido como el inocente caballero francés que pretendía comprar un terreno y establecer varios negocios en quince días (como solía pasar en su país), y al final se marchó año y medio después sin haber resuelto ninguno de los asuntos que le traían. Hace casi doscientos años ya era así, y lo sigue siendo.
¿Cómo pretendemos levantar un país sin levantarnos del sofá? Otros no lo van a hacer - y menos los Estado Unidos de Norteamérica. No olvidemos que en España Homer Simpson ya habría salido en "Callejeros" sacando yogures caducados de la basura porque llevaría años sin trabajo. No podemos dejar nuestra suerte a los demás, porque su instinto de conservación los empujará a traicionarnos. Depender de la clemencia económica de otros países nos ha llevado a la esclavitud, real o virtual, de unas alianzas que sólo convienen a Francia y Alemania (en el caso de la CEE) o a Estados Unidos (en la OTAN y la ONU).
Creemos que somos libres porque podemos consumir, pero eso nos aliena cada vez más al Gran Hermano Americano. Por cierto, mis chicos de Bachillerato, quedáos bien con el concepto de "Alienación", pues será muy importante el año que viene en Filosofía de Segundo.
Así que desde este humilde espacio quiero dar mi enhorabuena a don Joaquín Lavado, "Quino", por hacer esa comparación tan acertada hace más de treinta años y darle a la Burocracia el sentido de la orientación y la lentitud de acción de una simple tortuga.
¡Gracias, maestro!
Otro día hablaremos del gobierno (¡La que está liando Zapatero! - que diría El Gran Wyoming).
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